Bolsas de plástico: un sector que se ha reconvertido en pro de la circularidad y la sostenibilidad

En 2018, cuando se aprobó el Real Decreto de reducción del consumo de bolsas de plástico que, entre otras medidas, obligaba a que los establecimientos cobraran estos productos a los clientes, los fabricantes −que ya llevaban años aplicando medidas encaminadas a reducir− pisaron el acelerador. La nueva legislación se encaminaba a favorecer la máxima reducción del uso de las bolsas por lo que se han visto obligados a reinventarse apostando por la innovación y el uso de materiales reciclados.

La industria ya llevaba tiempo preparándose para un cambio de modelo que favoreciera la sostenibilidad y la circularidad de su producto y de su sector. En 2008 se pusieron en marcha medidas encaminadas a reducir el consumo de las bolsas de plástico, entre ellas, la elaboración de una norma UNE para definir los requisitos de una bolsa reutilizable, el cobro de las bolsas en muchos establecimientos y la creación de campañas de sensibilización basadas en tres ejes: consumo responsable, reutilización y reciclaje al final de la vida útil en el contenedor amarillo. Por eso ahora, años después de la entrada en vigor del Real Decreto, podemos hablar del caso de éxito de un sector que ha sabido adaptarse a la legislación, mejorar su producto y concienciar sobre el uso responsable.

Desde la entrada en vigor de la nueva norma en su totalidad, el 1 de enero de 2021, solo se pueden entregar en los puntos de venta bolsas de plástico con espesor de más de 50 micras y un contenido de al menos el 50% de material reciclado. Deben fabricarse conforme a la Norme UNE 53930-1 y 2, que establece los requisitos mínimos que debe cumplir una bolsa de este tipo para cumplir con los criterios legales. Tras reutilizarlas todas las veces que se pueda, deben desecharse en el contenedor amarillo.

Desde esa misma fecha, las bolsas ligeras (de entre 15 y 49 micras) y las muy ligeras (de menos de 15 micras) solo pueden estar fabricadas con material compostable, cumpliendo la Norma Europea UNE-EN 13432. Estas bolsas pueden utilizarse para depositar los residuos orgánicos en ellas y tirarlo todo al contenedor de materia orgánica, sin necesidad de separarlo.

Ciclo de las bolsas

El reto era hacer el sector verdaderamente circular. Y la industria se adaptó, haciendo inversiones y aplicando todo su conocimiento para conseguirlo, convencida de la eficiencia de su producto y de los beneficios que aporta: una bolsa de plástico reutilizable pesa solo 20 gramos, mientras que una de papel, por ejemplo, pesa 50. El papel necesita mucha más energía para su producción y reciclaje. En cuanto a las bolsas de tela, una de algodón pesa 250 gramos y su producción consume tanta agua, tierra, fertilizantes o pesticidas que habría que reutilizarla al menos 200 veces para que tenga un impacto medioambiental menor que el de una bolsa de plástico. Más información aquí.

Es cierto que la mayoría de las críticas a las bolsas de plástico se centran en que tardan más tiempo en degradarse en la naturaleza que las de otros materiales, pero el mensaje del sector a este respecto siempre ha sido claro y contundente: ninguna bolsa, sea del material que sea, ni ningún residuo, debe acabar en la naturaleza. Es imprescindible gestionarlos correctamente para que vuelvan a introducirse en el ciclo de producción como materia prima reciclada. Y más todavía desde que se está demostrando que es posible fabricar bolsas con incluso más del 70% de material reciclado, llegando incluso al 100%.

El reciclaje en España

En relación con los residuos, España genera 137 millones de toneladas de residuos al año y menos del 2% del total son plásticos. En el ámbito municipal, de los 22 millones de toneladas de residuos generados, sólo el 8,5% son residuos plásticos, incluyendo los envases plásticos domésticos y comerciales y otros plásticos municipales.  Además, España es el primer país de Europa en capacidad de reciclado per cápita en todos los polímeros y es el segundo país que más envases plásticos recicla de Europa, liderazgo que quieren seguir ostentando con la ayuda de la Administración y un marco jurídico correcto.

Bolsas horizontal

La circularidad de la industria de los plásticos en los últimos años ha aumentado mucho. Tal como se recoge en el último estudio sobre la gestión de los plásticos en España elaborado por Anarpla y Cicloplast con datos de 2019, por tercer año consecutivo la cifra de toneladas de plástico reciclado en nuestro país superó a la de depositado en el vertedero. Este dato demuestra el aumento de la sensibilización de la sociedad, así como los esfuerzos y la mejora de los sistemas de recogida, la modernización de los procesos de reciclado y la innovación de la industria de los plásticos que incrementa año tras año la incorporación de material reciclado a nuevos productos.

Y eso si hablamos de reciclaje mecánico, el más extendido. Pero la industria también está avanzando a pasos agigantados en el reciclaje químico, una innovadora tecnología que somete a los residuos plásticos a diferentes agentes químicos o biológicos para romper los enlaces que lo conforman y transformarlos así en moléculas que serán empleadas directamente en la industria o servirán de base para obtener nuevos plásticos con la misma calidad que los plásticos vírgenes. El reciclado químico es ya una realidad en Europa y en España que se desarrolla gracias al esfuerzo del sector para aumentar el volumen de material reciclado y su calidad.

El aumento de la sensibilización en torno al reciclaje se observa también en los datos de separación de residuos en los hogares españoles: ocho de cada 10 personas afirman reciclar en casa los envases del contenedor amarillo según Ecoembes. Este gesto es fundamental para conseguir material reciclado con el que fabricar nuevos productos, entre ellos bolsas de plástico, pero también envases, tuberías, cajas, mobiliario urbano, piezas para automóviles e incluso pavimento para carreteras.

Los fabricantes de bolsas han sido capaces no solo de superar un momento complejo, sino de salir reforzados de él. Un camino que está emprendiendo toda la industria de transformación de plásticos, porque renunciar al uso de estos materiales no es una opción en nuestra sociedad ni en términos de funcionalidad ni de eficiencia ni de sostenibilidad.